30 noviembre, 2010

Cap. 7 "Decisiones"

Capitulo 7

-Bonita ropa interior- dijo el vampiro levantando entre sus dedos una prenda minúscula de color rojo intenso y mucho encaje.
-¡Deja eso!

Lili lo echó de la habitación como si de un perro travieso se tratase, cerró la puerta con pestillo y comenzó a vestirse, deleitándose con el contacto de la seda y el encaje en su piel y con la cálida brisa de mediados de Septiembre. Mientras Zven observaba sentado en el sofá, mirando la casi vaporosa imagen de Lili tras el cristal de la puerta, un cristal casi transparente pero con un relieve de hiedra que evitaba ver más de lo necesario… Porque si veía un poco más la cosa se le iba a ir de las manos… quizá era lo que quería.
Sentía la sangre hiendo hacía un lugar muy concreto de su cuerpo y dejándolo frío y anhelante del cuerpo y la sangre de Lili, tan deseoso que sentía ganas de gritar.
Pero entonces la puerta se abrió y apareció la joven, el cabello caoba bordeaba ondulado su rostro y goteaba ligeramente pequeñas gotas de agua. Sus ojos brillaban más verdes y sus labios relucían un par de tonos más rojos. Sus mejillas eran de color crema, ligeramente rojas… La ropa enmarcaba un cuerpo de curvas femeninas y resaltaba el color leche de su piel, delicada bajo la voluminosa gasa. Era el retrato mismo de la belleza femenina. Era bellísima.

-Si sigues mirando me sonrojaré.
-Pues yo que tú iría empezando- El vampiro sonreía abiertamente.

Lili tomó el brazo de Zven y avanzaron hacía la puerta, siendo el silencio solo interrumpido por sus respiraciones y el repiqueteo de los tacones de la joven. Zven le abrió la puerta mientras Lili se colocaba un chal sobre los hombros. En la misma puerta estaba el coche del vampiro. Dentro la temperatura era agradable, un poco más baja que la de la calle, refrescando la frente perlada de sudor de Lili. Rammstein sonaba débilmente en el reproductor de cd del coche, sonando hasta agradable en una cita.
Porque aquello era un cita ¿No? Dos jóvenes solos, en un coche, dirigiéndose hacían un lugar secreto para ella, una sorpresa de él, dos jóvenes que se atraían y con poco valor para mirarse a los ojos.
Pero por desgracia no eran dos jóvenes, él era un vampiro y su cuerpo anhelaba aunque fuera una gota de su sangre.
El coche se detuvo con un suave ronroneo, la llave giró con un delicado tintineo y la música y el débil sonido del aire acondicionado cesaron. Lili miró por la ventana y se vio rodeada solo por la noche. Pero al mirar por la luna delantera divisó un pequeño restaurante de poca iluminación y elegante y añeja decoración. Al salir el olor a sal y el sonido del mar la embargó, pronto Zven se hallaba a su lado, ofreciéndole su brazo y en aquel momento Lili sintió el peso de la edad del vampiro sobre su espalda. Tomó su brazo de forma confiada. Ambos se perdieron tras la puerta de cristal del restaurante.
La velada fue dulce y amarga al mismo tiempo; Zven era un gran conversador y además parecían tener mucho en común, literatura, música, series de televisión… Pero en el fondo Lili deseaba otro tipo de conversación, deseaba resolver tantas dudas…

-¿Cómo puedes parecer humano?

Lili se llevó a los labios la mano… Acababa de pensar en voz alta, aunque en realidad había susurrado. Se detuvo mientras miraba al suelo. Una pequeña ola mojó sus pies, la arena parecía querer tragársela… Oh, por Dios, por qué no se la tragaba. No podía ver el rostro de Zven, que encabezaba la marcha por la orilla del mar, pero notaba sus ojos clavados en su cara casi en un estado de paranoia y en su voz cuando contestó notó una tristeza infinitamente conocida.

-Soy humano.

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