Capitulo 2 <---(pincha para oir la canción del cap)
Lili se acerco a Zven, con precaución, con la cabeza alta, con una fiereza en los ojos que mostró al joven que no sería fácil manipularla, la miró y vio una testaruda convicción, aunque fuera la presa podía ver que se sentía el cazador, ella seguramente creía llevar las riendas de la situación, pero no iba a ser tan fácil pensó con una sonrisa maliciosa, deseaba ver como la hermosa chica suplicaba por su vida, se volvía dócil e indefensa, como perdía ese brillo de superioridad en los ojos.
-No intentes hacer como que ayer no ocurrió nada- la acusó Zven en cuanto estuvieron a una distancia recomendable.
-No sé de qué me hablas.
-Puede que ayer no te matara cielito, pero hoy podría hacerlo.
Esto provocó que Lili dejara caer su máscara unos segundos, los suficientes para mostrar a Zven su miedo, sus dudas, las lágrimas que amenazaban caer de sus mejillas, pero tardo poco en recomponerse, no era una chica débil, él lo sabía, por su linaje era valiente e intrépida…
-Ni te atrevas, mosquito de pega- contestó la joven con una fuerza que movería montañas.
-¿Qué hacemos siguiendo a la de lengua?- preguntó Lili.
Llevaban un buen rato siguiendo a su profesora de Lengua en el coche (¡Cochazo!) de Zven. Lili observaba al chico, que con su camiseta de Metálica y sus vaqueros desgastados parecía hasta gracioso al volante de un grandioso mercedes totalmente equipado. Sus reacciones ante el desastroso modo de conducir de la profesora eran de una desesperación absoluta, parecía que en cualquier momento fuera a empezar a darse cabezazos contra el volante.
-Zven, la sangre no sale del cuero.
-¿Qué me llamaste?- dijo el vampiro con expresión aturdida.
-Te llame Zven… ¿Es tu nombre, no?
Zven permaneció en silencio, era la primera vez que ella lo llamaba por su nombre… y había sonado tan maravilloso… Bueno, ese no era su nombre, pero ya hacía siglos que se movía por el mundo con él.
-¿me puedes decir ya que hacemos siguiendo a esta tía? Estoy perdiendo los estribos, estoy que me subo por las paredes…
-Ten un poco más de paciencia humana estúpida.
-Eso tú, inútil, que ni seguir a una mujer eres capaz- dijo Lili señalando al lugar donde la profesora debería estar, pero, evidentemente los había despistado.
-Todo por tu culpa, joder.
Zven cerró los ojos y tras unos segundos el semáforo que los había alejado de la cincuentona profesora se puso de color verde, al igual que los demás. El joven acelero y se adentró en las estrechas callejuelas por las que el Fiat color verde se había perdido.
-Vale, me estoy hartando, o me dices para qué seguimos a la Topo o me largo, lo digo muy enserio.
Llevaban unas dos horas siguiendo a la profesora, esa persecución lo había conducido hasta un pequeño callejón sin salida, entonces la mujer de aspecto rechoncho, cabello canoso y ojos vidriosos saco un pedazo de papel de plata, lo abrió con sumo cuidado, en él había un extraño polvo blanco, que antes de que la mujer sacara un mechero y comenzara a calentar Lili ya sabía que era, HEROÍNA.
Zven espero a que la mujer tomara su dosis de droga, llevaba un mes siguiéndola y comprobando con sus propios ojos que no estaba capacitada para cuidar ni a su hijo de 20 años ni tampoco a sus alumnos, Lili miraba con pena a la mujer, no parecía sentir asco, pero debería, la droga era uno de los pocos problemas de esa profesora, entre otros estaban la prostitución, la ludopatía o que era una maltratadora. Entonces se agazapó como un puma antes de atacar, tomó un poco de impulso, pero el suficiente para que sus músculos de depredador alcanzaran a la menuda mujer que permanecía inmóvil apoyada en un muro, se abalanzó sobre ella de forma tan rápida y contundente que ni Lili ni la profesora fueron capaces de darse cuenta hasta que fue tarde. Zven abrió la arteria de un solo bocado, con la agilidad y la velocidad que solo siglos de experiencia podían dar. La sangre invadió cálida la boca de Zven, con un toque dulzón por las drogas. El vampiro gozó de aquel alimento como si de ambrosía se tratara, esa sangre calmó el dolor en su estómago, la tirantez de sus encías sobre los colmillos no le molestaba, ni siquiera reparó en Lili… llevaba tanto tiempo sin alimentarse que el tiempo que pasó en el coche con Lili no pudo evitar pensar mil maneras de distraerla mientras hundía sus colmillos en su blanco e inmaculado cuello. Entonces soltó al despojo humano que tenía en sus brazos y sacudió la cabeza… No podía hacerle eso a Lili y mucho menos pensarlo, pero la idea era tan tentadora, tan deseable, podía imaginar la espesa sangre de la joven en su boca, descendiendo lentamente por su garganta, saciándole por dentro como nunca nadie lo había hecho… o sí. Eso le recordó el motivo de aquella excursión y el motivo por el que no debía matarla, la amaba desde antes de que el Sol fuera dejado de adorar como el dios supremo. Debía hacerla huir por su bien, él era un animal, en cualquier momento podía matarla, la noche anterior casi lo hizo… Si la mataba no podría soportarlo. Ese era otro de los motivos de aquel plan, ya tuvo que soportar una vez perderla, era humana, aunque la esperanza de vida media fueran noventa años para él eso era un suspiro, un agonioso, vacío e insuficiente suspiro. Incluso podía que muriera antes; quién le aseguraba que esa misma noche no la atropellara un coche, o la matara un psicópata de los que tanto se hablaba en los últimos siglos. Si eso pasara… el que fuera lo lamentaría. Pero ya estaba delirando demasiado, debía dejar de pensar en ello. Después de aquello ella no querría nada de él, si es que alguna vez había querido algo. Después de ese día tendría que seguir con su existencia vacía, como siempre, debería irse de Málaga por lo menos hasta que Lili estuviera ya muerta y enterrada (esa idea le dolió más de lo que hubiese imaginado). Peor al girarse y mirar a Lili directamente, ella no se asustó, ni hizo ningún movimiento, solo lo miró fijamente, miró su pelo alborotado, sus colmillos extendidos, sus labios llenos de sangre y sus ojos… sus ojos completamente negros, excepto la pupila de color rojo intenso.
-¿por qué no huyes?
-¿Por qué debería hacerlo? No salgo corriendo cuando veo a alguien en McDonalds comiéndose a una vaca.
-Pero en ese caso tú no eres de la misma especie de la vaca- susurró.
-Si pretendes ahuyentarme es que no me conoces. Amo el peligro- Comentó Lili con tono humorístico antes de que Zven la cogiera del cuello y la estampara contra la pared.
-No juegues conmigo. Te mueres de miedo.- comenzó a lamerle el cuello, luego la clavícula…- Todos los humanos teméis a la muerte, tu no eres distinta.
-Yo no le tengo miedo- dijo metiéndole un empujón al vampiro, al que pilló tan por sorpresa que tuvo que retroceder.- Es más, me gusta la idea de la muerte.- Entonces se arremango la camiseta y le mostró cientos de cicatrices a lo largo de ambos antebrazos, profundas en su mayoría. Apenas se veía un rastro de piel sin una de ellas.- Toma, si quieres bebe.- Y acto seguido puso su muñeca sobre los labios de Zven, tentándolo…
Zven no podía creer lo que estaba pasando, en vez de espantarse le estaba ofreciendo su sangre, hasta la última gota… Era un ofrecimiento tan odioso. Deseaba hacerlo y le asqueaba solo pensarlo. No podía, no podía. Saco las llaves de su coche y las arrojó al suelo mientras huía como alma que lleva el diablo. Lejos, muy lejos de ella.
Lili cerró los ojos en el momento que sintió la respiración de él en su muñeca y cuando los abrió se vio sola en el callejón con las llaves del mercedes en el suelo. Se había ido. ¿Para siempre? No podía saberlo, tendría que esperar, esperar que volviera… Pasó una hora… Luego otra… Y pasaron otras dos más hasta que decidiera coger las llaves y subir al coche. No solía conducir. No le agradaba la idea. Pero era mejor que andar sola a esas horas por la calle. No quería volver a casa y con un coche y una tarjeta de crédito decidió ir al cine. Pasó por un Mc Auto, compró la cena y fue hacía el cine. Aparcó en el garaje y luego vio la primera película que echaban, un rollo psicológico del copón. Pero no podía dejar de pensar en él. Sonó el móvil y era Fran.
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