14 agosto, 2010

Cap.1 "Decisiones" (Historia del Blog)

Capitulo 1 <---(pincha para oir la canción del cap)


Lili llegaba tarde, el día era lluvioso, algo poco habitual en el verano de Málaga, era su primer día de instituto después de unas (a su parecer) demasiado largas vacaciones, aceleró el paso y entro en el salón de actos, nadie se fijó en ella más de unos segundos, era la gótica, solo se fijaban en ella el tiempo suficiente para etiquetarla de rara y para insultarla. Avanzó entre las filas de gente hasta ver un rostro amigo que le sonreía mientras le ofrecía un asiento a su lado, ese era su Fran. Fran miró a Lili, era lo mismo que mirar un cadáver, su piel era muy blanca y estaba surcada por unas muy marcadas ojeras, su enfermiza delgadez estropeaba un hermoso cuerpo con grandes curvas de mujer y sus brazos… estaban surcados de enormes cicatrices y de cortes recientes, haciendo que por su espalda subiera un escalofrío, conocía a Lili desde comienzos de la ESO, pero eso no le hacía poder ver con normalidad los hábitos auto destructivos de su amiga. Juntos escucharon la habitual charla de Gabriel, el director, algo joven, pero un gran director; este les daba la bienvenida a su último año de instituto, un gran año sin duda, después de este y con suerte algunos irían a la universidad y otros a ciclos formativos para formarse como personas de provecho. Pero aquel no era un curso normal. Cuatro personas habían desaparecido y casi nadie guardaba esperanza de encontrarlos con vida, había desaparecido de la noche a la mañana, sin mediar palabra, sin pistas, sin nada, como si se hubieran desintegrado. Don Gerardo, profesor de economía; Doña Francisca, profesora de inglés; Juan, el joven jardinero y Don Felipe, un administrativo. Todos ellos habían desaparecido en las dos semanas anteriores al comienzo de curso, poco se sabía de lo ocurrido, pero desde la dirección del centro pidieron tranquilidad y precaución y que ya que eran los mayores velaran por la seguridad de los alumnos más jóvenes, también rogaron volvieran acompañados por alguien, ya que nadie sabía a ciencia cierta si estas desapariciones tenían algo que ver entre sí, solo sabían que todos los desaparecidos eran menores de 35 años.

Zven bostezó, llevaba observando desde el comienzo del acto acomodado en el antiguo coro de lo que antaño fue una capilla y que ahora bullía de vida como salón de actos, bajo él una centena de alumnos esbozaban sonrisas cínicas mientras imaginaban el destino de sus desdichados profesores, todos ellos no imaginaban la suerte que tenían de que estos estuvieran muertos, ni tampoco, el destino tan terrible que habían tenido, tan terrible que Zven no pudo evitar sonreír ante su gran mente, tan malévola o casi tanto como su alma… Entonces algo reclamo su atención, alguien acababa de entrar en el salón de actos, dejando entrar la suave brisa de la lluvia entremezclada con un dulce aroma frutal, un olor que le recordó a un bosque en la noche, mientras la nieve cubría cada brizna de hierba y brillaba bajo la luz de la Luna; una joven de cabello rojizo avanzó por las filas de alumnos, era de estatura media y aunque debía ser una alumna parecía mayor, podría haber sido perfectamente una profesora de no ser porque en sus ojos Zven veía su juventud, la inocencia de quien comienza a ver el mundo de verdad… o todo lo verídico que era el mundo para un humano corriente.

Nadie pudo evitar no reparar en el chico nuevo que se sentó junto a Lili, en el último año donde todos eran viejos conocidos un rostro nuevo era ciertamente algo remarcable, pero sobretodo era carne fresca para Miriam, la que poco tardo en acercarse a él a mostrarle “la mercancía” que con alivio pesó Lili, no pareció gustarle. El joven se llamaba Zven y parecía ciertamente del norte de Europa, a juzgar por su nombre de Alemania, su piel era igual de blanca que el papel, pero con cierto rubor en las mejillas, era alto y de espalda ancha y su cuerpo parecía ser puro musculo, pesó Lili, que tuvo que controlar un impulso de tocar al desconocido que se sentaba junto a ella. La verdad era que se sentía extraña a su lado, no es que no se soliera sentir fuera de lugar con la gente pero este chico provocaba en ella una mayor sensación de discordancia, como si no encajaran, como si fueran piezas de distintos rompecabezas, puede que fuera por esa belleza tan atípica, le solía ocurrir lo mismo con Fran hasta que al final se acostumbró, pero este chico era distinto, no es que fuera más guapo que Fran, simplemente era otra belleza, era como un hermoso dios una vez adorado en un tiempo pretérito, como comparar la Luna con el Sol, como comparar un rubí con un diamante… Fran era ese chico que solo de un vistazo notas es intensamente bello, pero el chico nuevo era distinto, en un principio era guapo, pero a cada instante se volvía intensamente más hermoso, haciendo que a Lili le diera vueltas la cabeza. Tuvo que pedir permiso a su tutor, un hombre alto y grande, de pelo canoso y ojos azules que intimidaba a cualquiera, menos a Lili, la que a había sido su alumna para ir al baño. Una vez en el baño Lili se refresco el rostro con agua fría y se miro al espejo, miro a ese espectro que ahora era ella y se riñó mentalmente por comportarse como una zorra superficial, a ella le gustaba Fran, quería a Fran, no había motivo para ir babeando por el primer guaperas que pasara por delante, ningún motivo se dijo, es más, era algo que ella recriminaba de su ex –amiga Miriam, creía que había que ser más fría en esas cosas, pero de fría a frívola había un paso y esa mañana en clase lo había dado, mejor dicho, había corrido la maratón.

Las seis horas de clase pasaron y Lili todavía no había hablado con nadie para no volver sola, era más, pensaba volver sola a casa todos los días, total, vivía sola y nadie le recriminaría. A mitad del corto camino a casa la lluvia chispeante comenzó a hacerse más fuerte e intensa, haciendo que Lili se pusiera chorreando. De vuelta a casa siempre solía llevar el mp3, pero aquel día lo había olvidado, teniendo que volver escuchando simplemente el sonido de la lluvia, aunque no le molestaba, adoraba la lluvia, pero entonces, de la nada comenzó a escuchar unos pasos tras ella, le seguían el ritmo energéticamente, ella intento desconectar de su mente ese miedo emergente, total, puede que en su despiste no hubiera escuchado a la persona aproximarse, además, no había motivo de alarmase. Entro en el portal de su casa de forma rápida, casi al borde de la histeria, tanto que le costó abrir la puerta de su casa por el temblor de su pulso, pero lo logró, consiguió entrar en casa, pero al ir a cerrar la puerta una mano paro la puerta, la mano era de color blanco y tras ella apareció su nuevo compañero de clase, Zven, con una sonrisa despiadada en el rostro.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Lili con sobresalto.
-Nada, solo me he dejado caer por aquí...
-Si esto te parece divertido de verdad que eres un poco anormal, lárgate de aquí- dijo perdiendo la paciencia.
-Si es lo que quieres… hasta mañana- dijo este dándose la vuelta dispuesto a irse.
-Lo siento, no te vayas, espera.

Ambos pasaron al salón de estilo renacentista, las ventanas estaban abiertas dejando entrar una deliciosa brisa y la poca claridad que daba el sol, entonces un pequeño yorkshire avanzó hasta Lili moviendo la cola y ladrando con tono juguetón, pero en cuanto percibió la presencia de Zven salió disparado a una habitación que permanecía a oscuras y se quedó allí, Lili ofreció asiento a Zven en una mesa de roble, luego esta se excusó y fue a la cocina de donde empezó a salir un olor a carne y verduras bastante apetecible, pensó Zven, si fuera humano, claro. Cuando volvió llevaba un plato de carne en salsa con patatas.

-¿Quieres tu también?

Zven negó con la cabeza, le apetecía comer, pero no ese tipo de comida…

-¿Por qué has venido siguiéndome?- preguntó la joven
-Si te soy sincero no lo sé… me has parecido alguien interesante y en clase no tuve oportunidad de hablar contigo, como no tenía ni tu número ni tu Messenger solo me quedo seguirte.
-No es por ofender pero… ¿Tú te has mirado la cabeza?
-No- dijo Zven sonriendo ante semejante ocurrencia.
-¿Y por qué te parecí interesante?- pregunto Lili mientras se llevaba su comida a la boca.
-Para empezar fuiste la única que no se paso el día mirándome con cara de <<ven pa´ ca´ moreno>> y no sé, me pareciste una persona medianamente civilizada dentro de la fauna que tiene nuestro instituto.
-Gracias- sonrió Lili-, intento ser única en mi especie.
-Pues lo eres, sin lugar a dudas eres única, nunca he conocido a nadie con tanto… magnetismo.
-Es que me como todas la mañanas un imán para desayunar, es bueno para la salud- dijo Lili haciéndole burla a su acompañante mientras rebañaba el plato.

Un largo silencio se precedió, haciendo que a Lili le sudaran las palmas de las manos, entonces sonó el timbre, Lili hizo un gesto de disculpa a su acompañante y se dirigió a la puerta, tras ella su amado Fran esperaba con una gran sonrisa y una flor en la mano… una margarita.

-¿Interrumpo?- Preguntó Fran con recelo.
-No, tú nunca interrumpes.
-Yo ya me iba, mañana nos veremos Lili, adiós Fran- y con estas Zven abandonó la cargada atmosfera de la sala.

Fran hecho una mirada muy significativa a Lili, ese tío le daba malas vibraciones, solo tenerlo cerca conseguía poner a todo su cuerpo en sobre aviso, le hacía sentir como una gacela delante del león, como si el nuevo fuera a devorarlo… aunque eso eran tonterías, pensó.

La puesta de sol estaba en sus últimos instantes, la noche iba devorando paulatinamente la luz del crepúsculo, creando una oscuridad insondable y tenebrosa, la cual se fundía con las antiguas lápidas del viejo cementerio, haciendo difícil caminar sin chocar con una de ellas, pero Lili estaba acostumbrada a aquel lugar, llevaba paseando entre aquellas lápidas desde pequeña, ese era su refugio secreto, siempre huía a aquel lugar solitario, nadie preguntaba donde iba, a nadie le importaba, ella no le importaba a nadie. Bueno, a Fran sí. Nunca le había comentado a su amigo sus escapaditas al pequeño cementerio, sabía que era ilógico sentirse cómoda en un cementerio, pero así era, solo había un lugar en la necrópolis que la inquietara, una tumba de una escritora inglesa, tumba que evitaba a toda costa. Esa noche estaba inquieta, era su primera excursión nocturna, el motivo, un concurso de fotografía sobre lugares con poder, seguro muchos participantes habían fotografiado los grandes panteones del lugar, pero ella tenía dos puntos a su favor, nadie habría hecho las fotos de noche y menos a una pequeña tumba desvencijada que estaba escondida entre los grandes y majestuosos panteones, esas eran cartas a su favor y no pensaba desperdiciarlas.
Avanzaba lentamente entre la oscuridad, evitando hacer ruido, sabía que había un guardia nocturno, también sabía que hacer fotografías estaba prohibido, pero eso no le importaba. Ya había pasado la parte delantera del cementerio, pasando la iglesia, siguió andando hasta la parte final el cementerio, en ella había una tumba que siempre le había gustado, no sabía el motivo, pero era así.
Entonces Lili se sobresaltó, en esa tumba había alguien, tumbado sobre la destrozada lápida un hombre miraba el cielo que en ese lugar oscuro se mostraba plagado de estrellas. Entonces el hombre se sentó y Lili se escondió tras el panteón desde el que observaba, entonces la luz de una desvencijada farola alumbro el rostro varonil de Zven. Pero no era el rostro de ese día, era el rostro de un animal, desfigurado por un hambre apenas imaginable para la joven, las pupilas del joven estaban dilatadas, la piel estaba estirada y parecía piedra, la nariz se mostraba más ancha captando todos los efluvios del lugar y la boca de mostraba en una horrenda mueca que mostraba una boca llena de dientes afilados como los de un lobo, entonces el joven se incorporó, su cuerpo estaba inclinado hacia delante, sus manos se mostraban como garras, con grandes uñas tan afiladas como cuchillos.
Lili comenzó a escapar lentamente, su cuerpo sabía que ese ser podía escuchar cualquier movimiento, debía ser sigilosa y precisa, el suelo estaba plagado de naranjas, algunas podridas, que podrían hacerla caer, y igualmente el suelo estaba repleto de las primeras hojas del otoño que podrían delatarla, luego estaba no chocar con las tumbas, y lo más difícil, controlar su respiración y pulso, haciendo que no fueran demasiado audibles. Casi estaba en la entrada cuando oyó unos gráciles pasos tras ella, se escondió tras una tumba, entonces sintió ese pánico ilógico, miro la tumba de ladrillo visto de color rojo en el que se apoyaba y sintió una oleada de pánico, moriría en aquella tumba, la tumba que desde niña había evitado… Una sombra se alzo sobre ella, y antes de que pudiera darse cuenta el joven la agarraba firmemente del cuello, impidiéndole respirar, la miraba como si no la viera, una mirada vacía, como la de un animal hambriento, pero entonces las pupilas fueron menguando y la tenaza sobre el cuello de Lili fue desistiendo y antes de que se diera cuenta estaba huyendo del lugar, corriendo como una loca, saltándose pasos de cebra y semáforos, avanzando entre la oscuridad, necesitaba llegar a casa.

Zven apenas había recuperado la cordura unos segundos antes de abalanzarse sobre el cuello de su víctima, porque ella no era su víctima, ella era… Ella estaba huyendo, pero qué podía hacer, no podía borrarle la memoria, podía matarla, pero esa no era una opción a debatir, pero podía meterle miedo para que no hablara. En sus siglos de vida había visto sucumbir imperios por miedo, podría aprovecharse de ello. Antes prefería morir que matarla, jamás…

Tras una ducha y un par de vasos de coca-cola Lili andaba más tranquila, estaba en el sofá con un bol de palomitas y una peli en el televisor, debía olvidar lo que había visto, sabía muy bien lo que había ocurrido, pero debía hacer como si nada, era lo mejor, mañana tendría que sentarse con él, era mejor hacer como si no hubiese pasado. Podría con ello. Realmente nunca creyó que esas criaturas existieran, pero ella lo había presenciado, no le importaba, no la había matado y bueno, eran seres vivos, ella se comía a los pobres cerditos y ellos se comían a la gente. No había porque asustarse, solo tenía que disimular, tratar de hacer que no ocurrió nada… Entonces rompió a llorar y un ataque de escalofríos la dejo hecha un montón de carne y huesos sin voluntad que se convulsionaba entre lágrimas y no podía parar de gritar…

-Hola- saludo Zven a Lili, con una gran sonrisa bastante cínica y amenazadora.
-Hola- respondió con voz firma, sin miedo, sin duda, todo escondido tras una fría capa de aparente tranquilidad.
-Tengo que hablar contigo… Te espero esta tarde a las seis en la puerta trasera del instituto.

Después de eso ninguno volvió a hablar, no hacía falta, él sabía que ella iría y ella sabía que él no aceptaría una negativa y que ella menos aceptaría un acto de cobardía.

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