Capítulo 6
-¿Estás lista ya?
Fran estaba en la puerta de la habitación, su rostro intentaba (sin éxito) mostrar alegría. Pero Lili si estaba contenta ese día, por fin le habían dado el alta. Lili asintió mientras guardaba un libro en su bolso, un regalo de Zven, aún no lo había leído, pero disfrutaba leyendo la dedicatoria, posando sus dedos sobre los perfectos trazos de cada letra, imaginando a Zven escribiéndolo. Fran llevaba el coche de su padre. Nada de motos, aún. Lili esta débil y aunque evitaba dar muestras de ello él la conocía demasiado bien. El trayecto se mantuvo sumergido en un silencio incómodo, Lili notaba algo nuevo y extraño en Fran, algo que le evocaba el sueño de hacía dos días. Un sueño demasiado vivido como para ser mentira y demasiado terrible como para ser cierto. Cuando llegaron a casa casi se sintió aliviadla no ver las cositas de Kurt por ahí esparcidas y cuando entró en la cocina y vio sus platos de comida y agua llenos aun más. Zven cumplió su palabra de cuidar de su perro durante su estancia en el hospital. Pero después solo se tiró en su cama, grande y mullida como la recordaba. Oh, su cama. Fran se quedó observándola, mientras ella le pedía con la mirada que la acompañara. Pero ella se moría. Eso no iba a cambiar. Debía poner tierra de por medio y olvidarse de ella lo suficiente para seguir vivo. Lo suficiente como para poder recordarla sin querer matarse. Y abrazándola no iba a lograrlo, la miro con una despedida en los ojos, se giró y no paro de caminar hasta estar bien lejos de ella. Porque lo que ella no podía imaginar es que esa despedida sería para siempre. Cuando llegó el anochecer Lili se había puesto ya un camisón de media manga, abotonado de color marfil. Estaba en su escritorio, absorta en la dedicatoria de aquel libro de cubiertas negras de cuero. Entonces una brisa helado pasó a su espalda y al mismo segundo una respiración acompasada y firme le silbaba en la nuca. Sabía que era él. Su aliento era frío, con un intento olor que no lograba identificar, pero que le recordaba a la brisa de mar. Se giró lentamente y encontró una gran y amplia sonrisa en el rostro de Zven, en ella se veían unos grandes y afilados colmillos, de un color perla precioso.
-¿te gustan?- dijo con sorna el joven golpeando un colmillo con el dedo.
-¿los vampiros podéis morir?- respondió la joven sin inmutarse del comentario del vampiro, tan titubeante que apenas había oído sus propias palabras.
-¿por qué? ¿A caso estás aburrida de mí?- tras esto, aunque permanecía más serio y alerta puso cara de cordero degollado.
-respóndeme.
-Si, si nos exponemos al sol sin estar bien alimentados o si nos inyecta sabia de eucalipto.
-¿Nada de flechas negras? -La situación cambio en ese instante, Zven se puso alerta ante la señal de peligro, agarró a Lili y la colocó contra la pared, agarrándola del cuello con fuerza, pero permitiéndole respirar lo suficiente para responder a su pregunta.
-¿Qué sabes tú de la Hermandad? -Lili apenas podía respirar. Había dicho algo que no debía, pero no entendía la pregunta.
-No puedo… respirar- dijo mientras arañaba la mano del vampiro, entonces él se relajo un poco y la soltó, pero su miraba seguía alerta, perforando a Lili.- No sé nada de ninguna hermandad, más que las de semana santa.
-¿Entonces a qué vino esa pregunta?- Zven la miraba como si ella hubiese cometido el peor de los delitos…
¿Lo había hecho?
-Pensarás que estoy loca, soñé contigo- esto lo digo como si lo escupiera, con gran dificultad.- Te vi clavado a una flecha negra y cuando la saque caíste muerto…
-Te creeré, pero no tengo tiempo de explicártelo, vístete, quiero llevarte a un sitio.
-¿perdona? Primero te cuelas en mi casa, luego me estrangulas y ahora… ¿Quieres que vaya contigo?
-Pues si.- el vampiro parecía decirlo enserio, consiguiendo que Lili se empecinara.- No te hagas la melodramática, sigues viva, da gracias. -
Vete a la mierda- contestó Lili, apagando la luz y yendo a la cama, dispuesta a dormir.
Zven la tomó en brazos y encendió la luz, ella pataleaba y lo miraba con rabia. Zven abrió en armario de Lili mientras esta seguía revolviéndose en sus brazos, comenzó a examinar la ropa, prenda por prenda y selecciono un vestido de seda negra, de escote de V y con vuelo desde por debajo del pecho. Luego fue a por los zapatos, depositando el vestido con suavidad sobre la cama. Tras elegir hasta los pendientes se dirigió al baño con Lili, la cual estaba quieta, cansada de luchar contra la tenaza que formaba el brazo derecho de Zven, el cual abrió el grifo y comenzó a preparar un baño, con sales aromáticas. Soltó a Lili en el suelo, con delicadeza, mientras ella, profirió un sonoro suspiro.
-Veo que no me queda otra que ir a ese sitio…
-Pues no- y tras decir esto el vampiro sonrió con una expresión de triunfo que a Lili le molestó.
-Vete, me voy a dar un baño.- Tras esto la joven puso los ojos en blanco y comenzó a desvestirse, porque como bien sabía él ya se había ido.
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